Fuente : Casapueblos
Christian Von Wernich, confesor del ex Jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps, está detenido desde septiembre de 2003 acusado de numerosos homicidios y múltiples casos de privaciones ilegales de la libertad y torturas, durante la última dictadura militar argentina, en diferentes Centros Clandestinos de Detención, delitos por los cuáles se ha iniciado su procesamiento en la ciudad de La Plata.
Los delitos cometidos por Von Wernich fueron probados sobradamente en los testimonios de los sobrevivientes de los diferentes centros clandestinos y que fueron recogidos en 1985 en el Informe de la CONADEP (Comisión Nacional de Desaparecidos). No obstante y a pesar de las abrumadoras pruebas de su directa participación, Von Wernich ha permanecido impune debido a las ya mencionadas leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Gracias a los testimonios aportados por los sobrevivientes, ha quedado probado `prima facie' que el imputado operaba en distintos lugares de detención, entre ellos la Comisaría 5° de La Plata, Brigada de Investigaciones de La Plata, Puesto Vasco, entre otros. Se ha demostrado su participación directa en los homicidios de los desaparecidos María del Carmen Morettini, Cecilia Luján Idiart y Domingo Héctor Moncalvillo, tal como se reseña en el testimonio que brindó ante la CONADEP el fallecido policía Julio Alberto Emmed, quien confesó que Von Wernich y él participaron junto a otros represores en el asesinato de los tres jóvenes cuando supuestamente los trasladaban al puerto de Buenos Aires para que dejaran el país rumbo a Uruguay. Asimismo, está imputado en la coautoría de los homicidios calificados de –además de las personas mencionadas- de María Magdalena Mainer, Pablo Mainer, Liliana Galarza y Nilda Susana Salomone.
Además, mantenía entrevistas con personas privadas ilegalmente de la libertad que se hallaban en dependencias policiales y militares, tratando de captar voluntades con el objeto de obtener –mediante esos tratos- información útil para ser entregada a sus superiores, valiéndose de su servicio sacerdotal que no denotaba sospecha. También realizaba aportes más que considerables para mantener esa situación e imponía tormentos principalmente psicológicos y morales a los prisioneros que, conjugados con las condiciones torturantes de detención y los padecimientos físicos, terminaban por constituir un cuadro decididamente horroroso.
En suma, ha quedado absolutamente probado que Von Wernich tuvo una conspicua intervención en los centros clandestinos de detención, torturas y eliminación de personas desplegados durante la dictadura militar como parte del plan sistemático de exterminio implementado por el terrorismo de Estado.
Los crímenes cometidos en el marco de dicho plan constituyen delito de genocidio, tal como fuera reconocido judicialmente por primera vez en Argentina en la sentencia de septiembre de 2006 del Tribuna Oral nº 1 de La Plata, que condenó por unanimidad al represor Miguel Osvaldo Etchecolatz a reclusión perpetua. Esta sentencia ha sentado un precedente histórica que posibilita que otros cientos de represores de toda jerarquía sean indagados, procesados y condenados por este delito. Es el primer paso para superar los procesos judiciales contra imputados aislados y por hechos fragmentarios, y para avanzar en juicios unificados, que reconozcan el carácter coordinado y sistemático de la represión ilegal.
Por todo lo anterior y habiéndose iniciado, a pesar de los múltiples obstáculos, como a las coacciones y amenazas mencionadas, a pesar del secuestro y desaparición del testigo Jorge Julio López contra el represor Miguel Etchecolatz, la posibilidad que las normas jurídicas caminen en forma paralela y coordinada hacia la justicia, demanda un mayor compromiso de solidaridad internacional y de todo tipo de colaboración. La indiferencia que en momentos históricos tuvo la comunidad internacional, pervive en la conciencia colectiva para que las aberraciones cometidas no vuelvan a repetirse nunca más en ningún rincón del mundo.
Christian Von Wernich, confesor del ex Jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps, está detenido desde septiembre de 2003 acusado de numerosos homicidios y múltiples casos de privaciones ilegales de la libertad y torturas, durante la última dictadura militar argentina, en diferentes Centros Clandestinos de Detención, delitos por los cuáles se ha iniciado su procesamiento en la ciudad de La Plata.
Los delitos cometidos por Von Wernich fueron probados sobradamente en los testimonios de los sobrevivientes de los diferentes centros clandestinos y que fueron recogidos en 1985 en el Informe de la CONADEP (Comisión Nacional de Desaparecidos). No obstante y a pesar de las abrumadoras pruebas de su directa participación, Von Wernich ha permanecido impune debido a las ya mencionadas leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Gracias a los testimonios aportados por los sobrevivientes, ha quedado probado `prima facie' que el imputado operaba en distintos lugares de detención, entre ellos la Comisaría 5° de La Plata, Brigada de Investigaciones de La Plata, Puesto Vasco, entre otros. Se ha demostrado su participación directa en los homicidios de los desaparecidos María del Carmen Morettini, Cecilia Luján Idiart y Domingo Héctor Moncalvillo, tal como se reseña en el testimonio que brindó ante la CONADEP el fallecido policía Julio Alberto Emmed, quien confesó que Von Wernich y él participaron junto a otros represores en el asesinato de los tres jóvenes cuando supuestamente los trasladaban al puerto de Buenos Aires para que dejaran el país rumbo a Uruguay. Asimismo, está imputado en la coautoría de los homicidios calificados de –además de las personas mencionadas- de María Magdalena Mainer, Pablo Mainer, Liliana Galarza y Nilda Susana Salomone.
Además, mantenía entrevistas con personas privadas ilegalmente de la libertad que se hallaban en dependencias policiales y militares, tratando de captar voluntades con el objeto de obtener –mediante esos tratos- información útil para ser entregada a sus superiores, valiéndose de su servicio sacerdotal que no denotaba sospecha. También realizaba aportes más que considerables para mantener esa situación e imponía tormentos principalmente psicológicos y morales a los prisioneros que, conjugados con las condiciones torturantes de detención y los padecimientos físicos, terminaban por constituir un cuadro decididamente horroroso.
En suma, ha quedado absolutamente probado que Von Wernich tuvo una conspicua intervención en los centros clandestinos de detención, torturas y eliminación de personas desplegados durante la dictadura militar como parte del plan sistemático de exterminio implementado por el terrorismo de Estado.
Los crímenes cometidos en el marco de dicho plan constituyen delito de genocidio, tal como fuera reconocido judicialmente por primera vez en Argentina en la sentencia de septiembre de 2006 del Tribuna Oral nº 1 de La Plata, que condenó por unanimidad al represor Miguel Osvaldo Etchecolatz a reclusión perpetua. Esta sentencia ha sentado un precedente histórica que posibilita que otros cientos de represores de toda jerarquía sean indagados, procesados y condenados por este delito. Es el primer paso para superar los procesos judiciales contra imputados aislados y por hechos fragmentarios, y para avanzar en juicios unificados, que reconozcan el carácter coordinado y sistemático de la represión ilegal.
Por todo lo anterior y habiéndose iniciado, a pesar de los múltiples obstáculos, como a las coacciones y amenazas mencionadas, a pesar del secuestro y desaparición del testigo Jorge Julio López contra el represor Miguel Etchecolatz, la posibilidad que las normas jurídicas caminen en forma paralela y coordinada hacia la justicia, demanda un mayor compromiso de solidaridad internacional y de todo tipo de colaboración. La indiferencia que en momentos históricos tuvo la comunidad internacional, pervive en la conciencia colectiva para que las aberraciones cometidas no vuelvan a repetirse nunca más en ningún rincón del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario