Lisandro de la Torre. El fin del Fiscal de la Nación

Por Eduardo Rodriguez Leirado
(...) Perdidas las ilusiones de una salida electoral limpia para la Nación, terminó de hundirse en la desilusión por la desgraciada quiebra de su querido emprendimiento agrícola de las Pinas. Muchos años de esforzado trabajo de investigación, de atrevidas y novedosas plantaciones que daban sus frutos magníficamente, a pesar de las burlas de sus coetáneos, fueron instantáneamente terminadas por la pertinaz sequía que afectó a la zona. Quebrado anímica y económicamente, Lisandro de la Torre fue inducido por sus partidarios a una nueva puja electoral por una banca en el Senado, por considerar su voz como la más apropiada para la denuncia pública de la corrupción imperante en los círculos más altos del gobierno. Obtuvo su banca senatorial nuevamente e inició al instante una campaña de divulgación de los negociados que involucraban, entre otros, a ministros de la Nación. Los privilegios formados, las prebendas a privados, los monopolios favorecidos por leyes vergonzosas, eran ahora los blancos preferidos del virtual fiscal de la Nación. Estaba prácticamente solo en la Cámara de Senadores, con poca repercusión en los medios que callaban su voz o divulgaban parcialmente su lucha.

Fue el pacto Roca - Ruciman otra muestra de las presiones del gobierno británico sobre los intereses de la República Argentina. Nuevamente la voz de Lisandro de la Torre se dejó oír en el Senado, denunciando la virtual entrega del comercio exterior argentino a los intereses exclusivos de Gran Bretaña. Negociados con los cupos de exportación de carnes, evasión de impuestos y cohecho, son puestos en evidencia, llegando a tener que estar presente en una interpelación el mismo Ministro de Agricultura, Luis Dahau. Rodeado de toda una bancada que le era adversa, se lo miraba amenazadoramente en el recinto de debates. Para colmo de males, su compañero de bancada Pancho Correa, cayó enfermo y su reemplazo, un joven de futuro promisorio dentro del Partido Demócrata Progresista, Enzo Bordabehere, no terminaba de recibir el diploma senatorial, demorado adrede.

El debate estaba en su punto más álgido. Ante los argumentos irrefutables de senador por Santa Fe, el Ministro solo atinaba a insultar y amenazar. Ante esa situación, la presidencia llamó al orden. Parecía que todo volvía a sus carriles normales cuando, el ministro interpelado, se levantó sorpresivamente de su pupitre y lanzó una serie de improperios hacia su interlocutor. Este, si bien había conservado la calma ante situaciones similares, ya no pudo contenerse. Don Lisandro, de pié y amenazador, cayó sorpresivamente hacia atrás, tal vez producto del cansancio y los nervios. Su colega Bordabehere, quien asistía con sumo respeto y admiración a su maestro a un costado del recinto, se lanzó inmediatamente en su ayuda cuando sonó un fuerte disparo que reverberó en la grandiosa cúpula de la Cámara. Al terminar la confusión, el joven discípulo, a quien tanto estimaba, agonizaba en sus brazos con un disparo en la espalda, dejándolo en una congoja de la cual no pudo salir. El responsable era un matón a sueldo, Ramón Valdés Cora, un ex - policía y guardaespaldas de un importante dirigente conservador, el cual se desconocía que hacía en el recinto. Lisandro de la Torre jamás se habría imaginado que aquellos adversarios le temieran tanto como para llevar esbirros a sueldo al recinto del Congreso de la Nación.

Años mas tarde, vencido absolutamente, terminó renunciando de su bancada, sin el apoyo de ninguna agrupación política o social que escuchara sus denuncias. La prensa casi no difundió su prédica, acallándola o fraccionando sus argumentaciones, incluso llevando la voz de la crítica por su actitud de retiro. Mas tarde se quitaría la vida, silenciando para siempre su voz.

Quizás, y como ejemplo hacia las futuras generaciones políticas, queda su ejemplo de permanente lucha y crítica contra el poder establecido y sus privilegios: su enfrentamiento contra el roquismo en su máximo esplendor, la oposición al fuerte y cada vez más influyente clericalismo, su ataque al radicalismo en medio de su multitudinario apoyo, su violenta y solitaria acción legislativa contra los grupos extranjeros involucrados en negociados. Todo un símbolo para una Argentina que quedó en el imposible y el olvido.

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