periodista y escritor argentino
Honduras y Argentina se hallan separadas por miles de kilómetros, algunos de los cuales hay que sortear por agua o aire, en razòn de la selva que cubre al denominado Tapòn del Darien que separa a Colombia de Panamà. Diferentes en su composición ètnica y cultural , producto de historias diferentes, ambos paìses se acercan sin embargo por medio de una historia comùn de saqueos, opresión y explotaciòn de recursos y gentes por parte de los imperios extracontinentales y el inefable imperialismo norteamericano.
El golpe de Estado que dieron el 28 de junio militares hondureños a instancias de la oligarquía que ocupa la mayorìa de los escaños parlamentarios y el Poder Judicial, y que obligò al presidente constitucional, Manuel Zelaya Rosales, a marchar contra su voluntad hacia Costa Rica trasladado por los golpistas, tiene sus raìces y sus proyecciones.
En su relación con Argentina, el golpe militar castrense que reinaugurò el gorilismo doctrinario de la “seguridad nacional” continental en el siglo XXI, se halla signado por:
- la actuación de los militares argentinos en la formación de los cuadros militares represivos y contrarrevolucionarios hondureños en el perìodo que comprende desde fines de los años setenta a inicios de los 90, en el marco de la guerra contrarrevolucionaria contra la Nicaragua Sandinista
- los actores golpistas que han actuado en Honduras para “legalizar” el golpe de Estado: el Poder Judicial y fundamentalmente el Parlamento, cuya mayorìa Liberal abandonò a su suerte y traicionò al presidente Zelaya, salido de sus propias filas, cuando quiso instalar un referéndum que permitiera al pueblo definir si quería o no una Asamblea Constituyente, que institucionalizara la redistribución equitativa del ingreso nacional y la soberanía de los recursos naturales, entre otras reivindicaciones populares.
En lo que hace al primer punto, conviene recordar que en 1980, luego de varios años de gobiernos de facto y presionada por los EE.UU., Honduras celebrò elecciones en las que se impuso el candidato conservador Policarpo Paz Garcìa, mediante una Asamblea Constituyente elegida por el Partido Liberal,. Al año siguiente, los liberales propusieron como candidato a Roberto Suazo Còrdoba, quien ganò las elecciones. Se abriò entonces en el pueblo una esperanza en cuanto a terminar con el militarismo hondureño a la par que iniciar un nuevo camino en el paìs. Pero tanto los liberales como los conservadores habìan llevado a cabo un pacto con los militares, que exigieron, para dar luz verde a la experiencia “democràtica”, que: -no se investigaran los actos de corrupción;- control militar de todo lo atinente a defensa y serguridad;- derecho a veto de los militares sobre todos los miembros del gabinete de gobierno.
Habièndose pactado èsto, dieron via libre, con el beneplácito, claro està, de los EE.UU, a la “democracia” liberal en el paìs.
Un siniestro coronel, egresado en 1961 del Colegio Militar de la Naciòn argentina, entrenado aquí, en Perú y Fort Benning, Georgia, de los EE.UU., en técnicas de guerra sucia, quien era encargado de la policía polìtica hondureña, (FUSEP), desde 1980, se hizo cargo de la comandancia del Ejèrcito al siguiente año. Asì, Gustavo Alvarez Martìnez, vinculado por lazos ideológicos y profesionales a los militares argentinos, propiciò, conjuntamente con la CIA y el Pentàgono de los EE.UU., la llegada de uniformados locales para entrenar a sus perros de presa y abriò las puertas de Honduras a los contrarrevolucionarios nicaragüenses para que hostigaran a las fuerzas sandinistas en funciòn de montar una guerra en la regiòn, desplegar las tropas del CONDECA (Ejèrcitos Centroamericanos) y llamar a una intervenciòn de la infantería de marina norteamericana. Los militares argentinos arribados a Honduras- tambièn llegaron asesores chilenos e israelíes, entre otros- se hallaban vinculados al Batallòn 601 de Inteligencia del Ejèrcito y estuvieron dirigidos por el coronel Osvaldo Ribeiro( “Balita), compañero de promoción de Alvarez en Argentina, que estuvo a cargo de Operaciones; y el teniente coronel Santiago Hoyas ( “Villegas”), quien se mantuvo a cargo de Logìstica ( èste ùltimo estuvo a cargo de un campo clandestino de detenciòn (CCD) en Campo de mayo durante la represiòn a militantes populares en 1980). Con la llegada de “los argentinos” al país centroamericano - quienes actuaron conjuntamente con la Direcciòn Nacional de Investigaciones (DNI) de Honduras, al mando del capitàn Alex Fernàndez, quien operaba desde Investigaciones Especiales Batallòn 3-16- comenzaron las “desapariciones” de personas en este paìs. Contando con el apoyo del embajador norteamericano John Dimitri Negroponte, “halcón” norteamericano que participó en el affaire Irán- Contras, la triade CIA- inteligencia argentina- militares y paramilitares hondureños, sembró la desaparición, la muerte y el latrocinio en Honduras. En el Hotel Honduras Maya, los “asesores argentinos” gastaron fortunas – cobraban 5.000 dòlares por mes, mas los pagos en negro- e hicieron pingues negocios allì y en el extranjero vinculados con trasiego de armas y drogas, orientados y [1] supervisados por el entonces embajador argentino en Panamà, General Alberto Alfredo Valìn, y su lugarteniente el general Mario Davico, ambos vinculados a la Jefatura II de Inteligencia del Ejèrcito Argentino y al Batallòn 601 de Inteligencia. La patota comandada por Ribeiro y Hoyas en Honduras cometiò toda clase de crímenes y atropellos e instruyó a los oficiales de ese paìs a actuar en consecuencia con la “guerra antisubversiva”. Lo mismo hizo en El Salvador y Guatemala. En una visita que hizo el Comisionado Nacional de Derechos Humanos de Honduras a la Argentina en 1996, doctor Leo Valladares Lanza, antes de reclamar a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, planteó al entonces presidente Menem que los militares argentinos eran considerados responsables de la desaparición de 184 personas durante la dècada del 80. Además lo inquirió para que brindara información sobre:- Presencia de militares argentinos en Honduras entre 1980 y 1990;- Características de la misión militar en Honduras durante ese período;- Nombre, rango y actividad específica del personal militar, civil (inteligencia) y de policía argentino asignado a Honduras;- Coordinación con las autoridades y fuerzas de seguridad hondureñas;- Venta de material militar por parte de Fabricaciones Militares a Honduras;- Detalles del entrenamiento ofrecido a personal de seguridad hondureño;- Rol argentino en la organización de unidades de élite de contrainsurgencia y grupos paramilitares hondureños;- Rol argentino en la organización y entrenamiento de los llamados “contras” nicaragüenses;- Nombre y rango del personal militar y de inteligencia asignado a dicha operación, su período de servicio y descripción de sus actividades. Datos sobre el Estado Mayor argentino a cargo de la operación. Datos sobre los campos de entrenamiento establecidos con participación argentina en territorio de Honduras;- Naturaleza del Acuerdo Tripartito entre Argentina, Honduras y Estados Unidos de 1981 para apoyar y promover a la “contra” nicaragüenses con base de operaciones en Honduras;- Responsabilidades de la Jefatura II de Inteligencia del Comando en Jefe del Ejército Argentino y el Batallón 601, en la coordinación de las operaciones militares argentina en Honduras;- Responsabilidad de la Cancillería argentina y su Embajada en Tegucigalpa;- Responsabilidades del Ministerio de Defensa, Institutos Militares y Fabricaciones Militares;- Responsabilidad de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE);- Financiamiento de las actividades militares argentinas en Honduras;- Transferencia de fondos a Honduras desitnados a la “contra”;- Vínculos con la Central Intelligence Agency(CIA).
Menem prometió y prometió…todo quedó olvidado. Los discípulos argentinos del terrorismo de Estado y la doctrina de “seguridad nacional” volvieron el 28 de junio a renacer de entre las cenizas… y vuelven a rezumar carne humana lacerada y herida, aunque condenados y denunciados por su pueblo movilizado y el mundo entero.
Referido al segundo punto, es de consideración observar que, mientras ocurría el golpe de Estado de los émulos uniformados de los “asesores argentinos” y sus aliados civiles, en Argentina se celebraban elecciones para congresales nacionales. La derecha, aglutinada fundamentalmente en los partidos PRO de Capital Federal, y en PRO Coalición Cívica de la Provincia de Buenos Aires, principales distritos del país, se impuso a los postulantes kirchenristas, encabezados por el mismo Néstor Kirchner en la Provincia de Buenos Aires, y proclamó el fín de la era kirchnerista, tal como lo venía sosteniendo durante el conflicto del gobierno y los sectores populares con la burguesía sojera y sus aliados rurales el pasado año, que cortaron rutas durante un largo tiempo distorsionando la economía del país y provocando desabastecimiento. Antes de las elecciones, tanto los representantes de la derecha argentina que aspiraban a los curules parlamentarios- quienes tuvieron una gran cobertura periodística- así como la prensa nacional y extranjera, sostenían la idea de que si el kirchnerismo perdía las elecciones se produciría la “ingobernabilidad” del país. En los meses previos a las elecciones, un grupo de militares retirados, vinculados a la última dictadura y contrarios a la política de Derechos Humanos que lleva a cabo la actual gobernante, Cristina Fernández de Kirchner, continuadora de la que inició su marido Néstor Kirchner en el 2003, decidieron llamar a sus “camaradas” para que actuaran de fiscales de los partidos de la derecha en las elecciones. Estos hechos puntuales, sumados a la deserción- traición- del Vicepresidente de la _República y titular del Senado, Cobos, a la presidenta Cristina Kircher el pasado año, cuando logró torcer la balanza a favor de la burguesía agraria sojera, sus aliados y los grupos agroesportadores de cereal votando contra el propio gobierno en relación con la Resolución 125 que imponía retenciones a los ruralistas, nos sugieren un posible, pero no seguro, desenlace en contra de la institucionalidad argentina. Si luego de estas elecciones, en las que el kirchnerismo perdió en las principales ciudades, el gobierno no profundiza el modelo enfrentándose con decisión a los representantes de la derecha y sus exponentes empresariales y de clase, es probable que, buscando algún artilugio que actúe como detonante, los ahora dóciles uniformados y los ·democráticos· tribunos opositores y sus aliados de paladar negro de la Justicia intenten marginar a la presidente del gobierno y pongan en su lugar al vicepresidente Cobos- un radical que hace pocos meses se reunió con los representantes de la derecha mereciendo críticas de integrantes de su propia gatera- que jugaría el mismo papel que Micheletti, Presidente del Congreso, está jugando ahora en Honduras.
Si bien este análisis parecería arbirtrario, hay que tomar en cuenta que:
- con respecto al punto uno, los militares y civiles que se lanzaron a la aventura golpista hondureña deben contar con el apoyo de los EE.UU., aunque el presidente Obama y otros sostengan lo contrario. El 12 de junio pasado el embajador de EE.UU., Hugo LLorens, visitó el Colegio de Defensa de Nacional de Honduras, no se sabe con que objetivo. Lo cierto es que los servicios de inteligencia- CIA y otros- de EE.UU. debían estar al tanto de los acontecimientos que se producirían pocos días mas tarde. Si en Honduras pudieran estabilizarse los usurpadores, el país, quizá el más y mejor armado de la región, volvería a ser un portaviones fijo de los EE.UU., dispuesto a provocar y agredir a Nicaragua, El Salvador y Guatemala, países con gobiernos progresistas. Su política internacional sería hostil a la Venezuela bolivariana, a Cuba y a los países del ALBA, organización de la que seguramente se alejaría.
- En cuanto al punto dos, cabe destacar una similitud con lo sucedido en Honduras. El presidente Zelaya fue traicionado por su propio partido, el Liberal, que lo dejó sólo cuando se produjo su secuestro y deportación hacia Costa Rica y auspició, mediante su mayoría, el traspaso ilegal del mando presidencial – previa burda falsificación de la renuncia de Zelaya -hacia Micheletti. En el caso argentino, el entonces presidente Kirchner, conocida su derrota, renunció a la titularidad del Partido Justicialista quien, según se afirmó, en instancias muy importantes le habría sido desleal en estas elecciones, apoyando a su contrincante “peronista disidente”, el millonario colombiano- argentino de Narváez. Cabe destacar que si Argentina marchara, luego de un supuesto desplazamiento de Cristina Kirchner, hacia el modelo privatizador y neoliberal de los 90, se convertiría- junto a Chile, en el cual se espera un triunfo de la derecha en las próximas elecciones- en una molestia para Bolivia, Paraguay, Uruguay y el propio Brasil, todos ellos con gobiernos progresistas.
Los acontecimientos futuros darán por tierra o corroborarán estas proyecciones.
El destacamento argentino incluia también, entre otros, al coronel Jorge O’Higgins, agregado militar en Honduras; los coroneles Jorge de la Vega, Humberto Pompilio Ferrucci, Roberto Carmelo Gigante, Emilio Jasón; el teniente coronel Cabrera, los mayores César Guerra, Alfredo Mario Mingolla, García Cano, y los oficiales Hector Ricardo Francés, Leandro Angel Sánchez Reisse, Carlos Alberto Durich, Carlos Chacón, Julio Jorge Ianantuose, Horacio Capelo, Antonio Rauch, Julio Cèsar Casanova Ferro, Gustavo Guaste, Felix Brenes, Jorge Flores Allende, Carlos Norio, Vìctor Gard, Juan Carlos Galessio, Despeche, Bàez, Alfieri, Juan Martín Ciga Correa (a) “Mariano Santamaría”, Munrray, Caramagna, López Fáder o Lagares, Luis Stoty y “ Chamamè” , entre otros. En los últimos meses de 1981, había más de 150 militares de alta graduación en Honduras y un número indeterminado de agentes civiles de inteligencia y mercenarios de los grupos de tareas de la guerra sucia. (“La Dictadura Militar Argentina y el Genocidio en Centroamérica”- Raùl Cuestas- SIMA Editora, Còrdoba, 2005)
El golpe de Estado que dieron el 28 de junio militares hondureños a instancias de la oligarquía que ocupa la mayorìa de los escaños parlamentarios y el Poder Judicial, y que obligò al presidente constitucional, Manuel Zelaya Rosales, a marchar contra su voluntad hacia Costa Rica trasladado por los golpistas, tiene sus raìces y sus proyecciones.
En su relación con Argentina, el golpe militar castrense que reinaugurò el gorilismo doctrinario de la “seguridad nacional” continental en el siglo XXI, se halla signado por:
- la actuación de los militares argentinos en la formación de los cuadros militares represivos y contrarrevolucionarios hondureños en el perìodo que comprende desde fines de los años setenta a inicios de los 90, en el marco de la guerra contrarrevolucionaria contra la Nicaragua Sandinista
- los actores golpistas que han actuado en Honduras para “legalizar” el golpe de Estado: el Poder Judicial y fundamentalmente el Parlamento, cuya mayorìa Liberal abandonò a su suerte y traicionò al presidente Zelaya, salido de sus propias filas, cuando quiso instalar un referéndum que permitiera al pueblo definir si quería o no una Asamblea Constituyente, que institucionalizara la redistribución equitativa del ingreso nacional y la soberanía de los recursos naturales, entre otras reivindicaciones populares.
En lo que hace al primer punto, conviene recordar que en 1980, luego de varios años de gobiernos de facto y presionada por los EE.UU., Honduras celebrò elecciones en las que se impuso el candidato conservador Policarpo Paz Garcìa, mediante una Asamblea Constituyente elegida por el Partido Liberal,. Al año siguiente, los liberales propusieron como candidato a Roberto Suazo Còrdoba, quien ganò las elecciones. Se abriò entonces en el pueblo una esperanza en cuanto a terminar con el militarismo hondureño a la par que iniciar un nuevo camino en el paìs. Pero tanto los liberales como los conservadores habìan llevado a cabo un pacto con los militares, que exigieron, para dar luz verde a la experiencia “democràtica”, que: -no se investigaran los actos de corrupción;- control militar de todo lo atinente a defensa y serguridad;- derecho a veto de los militares sobre todos los miembros del gabinete de gobierno.
Habièndose pactado èsto, dieron via libre, con el beneplácito, claro està, de los EE.UU, a la “democracia” liberal en el paìs.
Un siniestro coronel, egresado en 1961 del Colegio Militar de la Naciòn argentina, entrenado aquí, en Perú y Fort Benning, Georgia, de los EE.UU., en técnicas de guerra sucia, quien era encargado de la policía polìtica hondureña, (FUSEP), desde 1980, se hizo cargo de la comandancia del Ejèrcito al siguiente año. Asì, Gustavo Alvarez Martìnez, vinculado por lazos ideológicos y profesionales a los militares argentinos, propiciò, conjuntamente con la CIA y el Pentàgono de los EE.UU., la llegada de uniformados locales para entrenar a sus perros de presa y abriò las puertas de Honduras a los contrarrevolucionarios nicaragüenses para que hostigaran a las fuerzas sandinistas en funciòn de montar una guerra en la regiòn, desplegar las tropas del CONDECA (Ejèrcitos Centroamericanos) y llamar a una intervenciòn de la infantería de marina norteamericana. Los militares argentinos arribados a Honduras- tambièn llegaron asesores chilenos e israelíes, entre otros- se hallaban vinculados al Batallòn 601 de Inteligencia del Ejèrcito y estuvieron dirigidos por el coronel Osvaldo Ribeiro( “Balita), compañero de promoción de Alvarez en Argentina, que estuvo a cargo de Operaciones; y el teniente coronel Santiago Hoyas ( “Villegas”), quien se mantuvo a cargo de Logìstica ( èste ùltimo estuvo a cargo de un campo clandestino de detenciòn (CCD) en Campo de mayo durante la represiòn a militantes populares en 1980). Con la llegada de “los argentinos” al país centroamericano - quienes actuaron conjuntamente con la Direcciòn Nacional de Investigaciones (DNI) de Honduras, al mando del capitàn Alex Fernàndez, quien operaba desde Investigaciones Especiales Batallòn 3-16- comenzaron las “desapariciones” de personas en este paìs. Contando con el apoyo del embajador norteamericano John Dimitri Negroponte, “halcón” norteamericano que participó en el affaire Irán- Contras, la triade CIA- inteligencia argentina- militares y paramilitares hondureños, sembró la desaparición, la muerte y el latrocinio en Honduras. En el Hotel Honduras Maya, los “asesores argentinos” gastaron fortunas – cobraban 5.000 dòlares por mes, mas los pagos en negro- e hicieron pingues negocios allì y en el extranjero vinculados con trasiego de armas y drogas, orientados y [1] supervisados por el entonces embajador argentino en Panamà, General Alberto Alfredo Valìn, y su lugarteniente el general Mario Davico, ambos vinculados a la Jefatura II de Inteligencia del Ejèrcito Argentino y al Batallòn 601 de Inteligencia. La patota comandada por Ribeiro y Hoyas en Honduras cometiò toda clase de crímenes y atropellos e instruyó a los oficiales de ese paìs a actuar en consecuencia con la “guerra antisubversiva”. Lo mismo hizo en El Salvador y Guatemala. En una visita que hizo el Comisionado Nacional de Derechos Humanos de Honduras a la Argentina en 1996, doctor Leo Valladares Lanza, antes de reclamar a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, planteó al entonces presidente Menem que los militares argentinos eran considerados responsables de la desaparición de 184 personas durante la dècada del 80. Además lo inquirió para que brindara información sobre:- Presencia de militares argentinos en Honduras entre 1980 y 1990;- Características de la misión militar en Honduras durante ese período;- Nombre, rango y actividad específica del personal militar, civil (inteligencia) y de policía argentino asignado a Honduras;- Coordinación con las autoridades y fuerzas de seguridad hondureñas;- Venta de material militar por parte de Fabricaciones Militares a Honduras;- Detalles del entrenamiento ofrecido a personal de seguridad hondureño;- Rol argentino en la organización de unidades de élite de contrainsurgencia y grupos paramilitares hondureños;- Rol argentino en la organización y entrenamiento de los llamados “contras” nicaragüenses;- Nombre y rango del personal militar y de inteligencia asignado a dicha operación, su período de servicio y descripción de sus actividades. Datos sobre el Estado Mayor argentino a cargo de la operación. Datos sobre los campos de entrenamiento establecidos con participación argentina en territorio de Honduras;- Naturaleza del Acuerdo Tripartito entre Argentina, Honduras y Estados Unidos de 1981 para apoyar y promover a la “contra” nicaragüenses con base de operaciones en Honduras;- Responsabilidades de la Jefatura II de Inteligencia del Comando en Jefe del Ejército Argentino y el Batallón 601, en la coordinación de las operaciones militares argentina en Honduras;- Responsabilidad de la Cancillería argentina y su Embajada en Tegucigalpa;- Responsabilidades del Ministerio de Defensa, Institutos Militares y Fabricaciones Militares;- Responsabilidad de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE);- Financiamiento de las actividades militares argentinas en Honduras;- Transferencia de fondos a Honduras desitnados a la “contra”;- Vínculos con la Central Intelligence Agency(CIA).
Menem prometió y prometió…todo quedó olvidado. Los discípulos argentinos del terrorismo de Estado y la doctrina de “seguridad nacional” volvieron el 28 de junio a renacer de entre las cenizas… y vuelven a rezumar carne humana lacerada y herida, aunque condenados y denunciados por su pueblo movilizado y el mundo entero.
Referido al segundo punto, es de consideración observar que, mientras ocurría el golpe de Estado de los émulos uniformados de los “asesores argentinos” y sus aliados civiles, en Argentina se celebraban elecciones para congresales nacionales. La derecha, aglutinada fundamentalmente en los partidos PRO de Capital Federal, y en PRO Coalición Cívica de la Provincia de Buenos Aires, principales distritos del país, se impuso a los postulantes kirchenristas, encabezados por el mismo Néstor Kirchner en la Provincia de Buenos Aires, y proclamó el fín de la era kirchnerista, tal como lo venía sosteniendo durante el conflicto del gobierno y los sectores populares con la burguesía sojera y sus aliados rurales el pasado año, que cortaron rutas durante un largo tiempo distorsionando la economía del país y provocando desabastecimiento. Antes de las elecciones, tanto los representantes de la derecha argentina que aspiraban a los curules parlamentarios- quienes tuvieron una gran cobertura periodística- así como la prensa nacional y extranjera, sostenían la idea de que si el kirchnerismo perdía las elecciones se produciría la “ingobernabilidad” del país. En los meses previos a las elecciones, un grupo de militares retirados, vinculados a la última dictadura y contrarios a la política de Derechos Humanos que lleva a cabo la actual gobernante, Cristina Fernández de Kirchner, continuadora de la que inició su marido Néstor Kirchner en el 2003, decidieron llamar a sus “camaradas” para que actuaran de fiscales de los partidos de la derecha en las elecciones. Estos hechos puntuales, sumados a la deserción- traición- del Vicepresidente de la _República y titular del Senado, Cobos, a la presidenta Cristina Kircher el pasado año, cuando logró torcer la balanza a favor de la burguesía agraria sojera, sus aliados y los grupos agroesportadores de cereal votando contra el propio gobierno en relación con la Resolución 125 que imponía retenciones a los ruralistas, nos sugieren un posible, pero no seguro, desenlace en contra de la institucionalidad argentina. Si luego de estas elecciones, en las que el kirchnerismo perdió en las principales ciudades, el gobierno no profundiza el modelo enfrentándose con decisión a los representantes de la derecha y sus exponentes empresariales y de clase, es probable que, buscando algún artilugio que actúe como detonante, los ahora dóciles uniformados y los ·democráticos· tribunos opositores y sus aliados de paladar negro de la Justicia intenten marginar a la presidente del gobierno y pongan en su lugar al vicepresidente Cobos- un radical que hace pocos meses se reunió con los representantes de la derecha mereciendo críticas de integrantes de su propia gatera- que jugaría el mismo papel que Micheletti, Presidente del Congreso, está jugando ahora en Honduras.
Si bien este análisis parecería arbirtrario, hay que tomar en cuenta que:
- con respecto al punto uno, los militares y civiles que se lanzaron a la aventura golpista hondureña deben contar con el apoyo de los EE.UU., aunque el presidente Obama y otros sostengan lo contrario. El 12 de junio pasado el embajador de EE.UU., Hugo LLorens, visitó el Colegio de Defensa de Nacional de Honduras, no se sabe con que objetivo. Lo cierto es que los servicios de inteligencia- CIA y otros- de EE.UU. debían estar al tanto de los acontecimientos que se producirían pocos días mas tarde. Si en Honduras pudieran estabilizarse los usurpadores, el país, quizá el más y mejor armado de la región, volvería a ser un portaviones fijo de los EE.UU., dispuesto a provocar y agredir a Nicaragua, El Salvador y Guatemala, países con gobiernos progresistas. Su política internacional sería hostil a la Venezuela bolivariana, a Cuba y a los países del ALBA, organización de la que seguramente se alejaría.
- En cuanto al punto dos, cabe destacar una similitud con lo sucedido en Honduras. El presidente Zelaya fue traicionado por su propio partido, el Liberal, que lo dejó sólo cuando se produjo su secuestro y deportación hacia Costa Rica y auspició, mediante su mayoría, el traspaso ilegal del mando presidencial – previa burda falsificación de la renuncia de Zelaya -hacia Micheletti. En el caso argentino, el entonces presidente Kirchner, conocida su derrota, renunció a la titularidad del Partido Justicialista quien, según se afirmó, en instancias muy importantes le habría sido desleal en estas elecciones, apoyando a su contrincante “peronista disidente”, el millonario colombiano- argentino de Narváez. Cabe destacar que si Argentina marchara, luego de un supuesto desplazamiento de Cristina Kirchner, hacia el modelo privatizador y neoliberal de los 90, se convertiría- junto a Chile, en el cual se espera un triunfo de la derecha en las próximas elecciones- en una molestia para Bolivia, Paraguay, Uruguay y el propio Brasil, todos ellos con gobiernos progresistas.
Los acontecimientos futuros darán por tierra o corroborarán estas proyecciones.
El destacamento argentino incluia también, entre otros, al coronel Jorge O’Higgins, agregado militar en Honduras; los coroneles Jorge de la Vega, Humberto Pompilio Ferrucci, Roberto Carmelo Gigante, Emilio Jasón; el teniente coronel Cabrera, los mayores César Guerra, Alfredo Mario Mingolla, García Cano, y los oficiales Hector Ricardo Francés, Leandro Angel Sánchez Reisse, Carlos Alberto Durich, Carlos Chacón, Julio Jorge Ianantuose, Horacio Capelo, Antonio Rauch, Julio Cèsar Casanova Ferro, Gustavo Guaste, Felix Brenes, Jorge Flores Allende, Carlos Norio, Vìctor Gard, Juan Carlos Galessio, Despeche, Bàez, Alfieri, Juan Martín Ciga Correa (a) “Mariano Santamaría”, Munrray, Caramagna, López Fáder o Lagares, Luis Stoty y “ Chamamè” , entre otros. En los últimos meses de 1981, había más de 150 militares de alta graduación en Honduras y un número indeterminado de agentes civiles de inteligencia y mercenarios de los grupos de tareas de la guerra sucia. (“La Dictadura Militar Argentina y el Genocidio en Centroamérica”- Raùl Cuestas- SIMA Editora, Còrdoba, 2005)
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